La ofrenda de HARAKIRI FOR THE SKY al firmamento capitalino sigue en armonía

Por: Joel Cruz

JJ (Michael V. Wahntraum) agradeciendo a los asistentes del concierto en Colombia

 

En el pasado fuimos «medidores de calles». Este era nuestro pasatiempo favorito y constituía un pretexto para visitar las salvajes avenidas bogotanas del centro urbano, buscando entre sus rockeros la informalidad que lo popular no nos daba. Por el contrario, la fiel ración de hegemonía tropical a que la sonoridad comercial nos tenía acostumbrados en la radio y televisión, quería hacernos ver que la idiosincracia de nuestros semejantes era un fetiche al cual ningún nativo del país se podía negar: si lo hacíamos, caíamos en la excomunión del apátrida, de aquél que reniega de sus comportamientos psicoactivos, facilistas... ¡pueblerinos! Era peor que comer carne en la llamada semana santa.

En ese «sancocho en paseo de río revuelto», de suerte (respiro profundo), siempre existía algún osado que lograba colar entre sus pertenencias alguna cinta VHS con las novedades de los sellos metaleros (Nuclear Blast, Century Media) que para entonces, marcaban tendencia en ambos costados del Hemisferio Norte y desde ahí, a otros sitios menos glamurosos, caso de Suramérica. Tiempo después y cuando al fin pudimos vivir directamente esos conciertos que veíamos en pantalla, algunos, como adolescentes ignorantes que éramos, nos costaba entender la naturaleza del fan criollo en un show: Apasionado a morir (como si un mañana no existiera), en contraste al europeo, sosegado y analítico. Sobre todas las razones que puedan notarse a propósito del tema, pensé en una: la de meterse de lleno a la presentación, casi como un catatónico. En tantos años de metal en Colombia, el grupo Harakiri for the Sky fue anfitriona de un evento más encaminado en el nexo del artista con quienes reciben su arte. En un espacio acogedor: blackgaze, miradas atónitas y vínculos estrechos. Nada de rockstars soberbios.

Una Vorágine que puso en orden las cosas

Entre una aglomeración significativa en principio, fueron los locales Vorágine en captar la atención general. La invitación les llegó en momento oportuno, pues ellos justamente están estrenando su trabajo Esplín, y que en efecto, supieron mostrar al punto, sin adornos. Características de pausa, variaciones etéreas y un rango vocal bastante agudo, fueron cualidades definitorias para que se ganaran el respeto y los aplausos ajenos...¿ya les conté que el público fue altamente respetuoso? Bueno, ahora sí. El comienzo de la cita auguraba una curiosa calidez lóbrega, con individuos críticos y artistas dispuestos a entregarse por su alquimia musical.

Vorágine, invitados nacionales a Harakiri For The Sky

 

Desde Austria, una manera de acoger el dolor en una bóveda celeste interna

El grupo liderado por JJ Michael V. Wahntraum y Matthias MM Sollack se posó sobre la tarima de Hervíboro de una manera natural aunque muy equilibrada, imposible de creer que simplemente se haya limitado a cumplir un contrato e interpretar frívolamente sus canciones, aunque con menos euforia que otras agrupaciones han mostrado por un público nuevo en otras épocas. Si puedo suponer y de acuerdo con lo que vi, Harakiri For The Sky mostró solemnidad y dedicación interior hacia el hecho de realizar una puesta sonora y en escena impecable, navegando hacia la perfección de su discografía, fruto de una cultura rigurosa.

Con imperfecciones técnicas (pequeñas) y haciendo buen uso del ambiente cercano, los espectadores sopesaron su conducta entre una observación detenida de lo que los europeos estaban replicando auditiva y visualmente. Eso sí, también aprovecharon para compartir muy breves pasajes con el grupo, a la par que la densidad de los temas hacían lo suyo. Para un estilo musical que no comparte raíces tan profundas como las de disciplinas musicales que le han dado forma desde su creación, el público colombiano puede decir que tiene un interés peculiar por las bandas que hoy por hoy se preocupan por expresarse bajo la batuta del estilo post black. Mucho tiempo después, soy testigo de lo que antes solía presenciar en los casetes VHS, cuando contemplaba a músicos de metal entregando notas excelsas a un grupo de gente demasiado tranquila. No eran aburridos, solo estaban disfrutando todo de una manera diferente.

Matthias MM Sollack (guitarrista de Harakiri For The Sky)

Todas las imágenes de Zulma Palacios para Hummingbird Press

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