‘MELISSA’ : El pacto místico de MERCYFUL FATE con el ‘heavy’ y las raíces del ‘black metal’

Por: Joel Cruz

Foto: rocknloadmag.com

La morada del Diablo

Para los tempranos años 80, un importante sector de headbangers se encontraba en una nueva lectura de lo que conocían como música extrema hasta sus días. Algunos de ellos sentían que sus héroes Black Sabbath o Judas Priest, seguían siendo respetables, pero ya no eran el máximo punto de una música hecha para ofender sin filtros a su sociedad, y de paso, a su relicario ungido por la divinidad del ser humano: La devoción religiosa.

Inglaterra, epicentro de la economía, política y cultura europea, le había mostrado al mundo por ese entonces que las cosas estaban tomando rumbos vertiginosos. Por un lado, la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) se estaba paseando por terrenos sombríos, con la ayuda de bandas como Satan, Grimm Reaper, Demon y unos menos underground Iron Maiden, quienes, para rematar, se hallaban causando un poco de escándalo mediático con su idolatrado The Number of The Beast. Este «coqueteo con las fuerzas del mal» le daba una firmeza al sonido heavy, el cual no pocos sentían, debía seguir mostrando una rudeza en guitarras y ritmos, mostrando una cara no comercial de la agresividad grabada en vinilo o casete. Para acompañarle, unas letras realmente oscuras.

Mercyful Fate, listos para seguir azotando escenarios. Foto: heavymetalculture.com

Aun así, en esa misma sociedad británica, Venom ya había llegado con su manifiesto diabólico llamado Black Metal, con una temática menos festiva que la nueva ola metalera, pero más provocadora y con una herencia nihilista y cruda, tomada en parte de la velocidad y la inmediatez violenta del punk. En Estados Unidos mientras tanto, los atisbos malignos de Pentagram (desde los 70) y Slayer (con Show No Mercy) también ya empezaban a arar cierto camino sobre lo que vendría posteriormente. Pero en efecto, si algo nos ha enseñado la historia, es a nunca subestimar a los búhos del mundo (que callan, pero ponen mucha atención a lo que pasa alrededor suyo). O sea, Escandinavia (porque cuando hablan, no se van con medias tintas).

Melissa: ¿Quién es esta exótica mujer? 

El mapa entonces nos lleva a Dinamarca, casualmente un país nórdico, la tierra de Melissa (bruja asesinada por un sacerdote y mujer amada por quien le canta) y destinada a bautizar el debut de Mercyful Fate, responsables en encajar todas las piezas de ese metal negro, perfilado a dominar el lenguaje satanista en la música extrema y desde luego, mostrarnos la poesía teatral de King Diamond, futura deidad infernal. Sacado a la fuerza de los siglos pasados y las atrocidades de los espíritus que se oponen a los dogmas eclesiásticos, el álbum le enseñaría al vulgo que el heavy metal podía ser todavía más serio cuando de cánticos blasfemos se trataba.

 

¡King Diamond en acción! Foto: Bloodstock

La estridencia y la tendencia lo-fi llegaría después, para indicar con pezuñas de macho cabrío, que el black de hecho estaría más cómodo en la clandestinidad de lo subterráneo y las grabaciones caseras. Sin embargo, el impecable trabajo de cuerdas y arreglos semi progresivos de Melissa, junto a las vociferaciones fantasmagóricas de su místico vocalista ya habían dado una señal inequívoca de lo que aguardaría en dicho espeluznante porvenir.  

Lanzado el 30 de octubre de 1983, le dio una voz al black metal desde el heavy, uno de sus padres directos que cortó algo de su piel para derramar sangre y darle vida. A los papás buenos, naturalmente se les respeta. Así la voz del padre sea más, mucho más aguda y de técnica falsete, pero al tiempo, más imponente. Diría en este caso, con una autoridad incuestionable. 

¡Mercyful Fate, banda Hell and Heaven Fest 2022! 

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