El vuelo del horror: se acercan 30 años vida para TENEBRARUM

Texto: Joel Cruz

Tenebrarum en sus comienzos. Foto: Facebook Oficial

Morador terrestre,
bailarina leucémica,
épocas modernas,
moradoras de zozobra.
Existencia oscura, morbosa,
los hombres artificios de la locura,
los hombres artificios de la vanidad

(«Mar de zozobra», 1992)

Algo curioso de Tenebrarum es la fría aceptación que tienen sus producciones recién ven la luz (al menos la mayoría), generando a futuro sin embargo el efecto inverso: se vuelven prácticamente obras de difícil acceso, altamente apetecidas en el mercado nacional. La vieja escuela les reclama con frecuencia iconos de su pasado («¿Dónde dejaron a la momia»? les reclaman por ahí). Los años, que no admiten engaño (perdonarán la mención salsera) se encargan de ubicar todo en su lugar.

Si el circuito de metal en tierras colombianas es poco atrevido a derogar sus dogmas, evitando profundizar en las múltiples adaptaciones que su estilo ha cultivado con el tiempo alrededor del mundo, es sencillo notar asimismo que el grupo se ha empeñado en su terquedad por existir, optimizando sus destrezas pese a muchas adversidades de toda índole, incluso la más sobresaliente de ellas: crear música para un ámbito selecto del rock donde no se fomenta mucho el progreso de sus artistas; aún menos se recibe abiertamente lo ingenioso ni se aplaude el esfuerzo o el rigor de cada detalle que implica por ejemplo, un show en vivo de calidad o una elaboración discográfica de calidad: Tenebrarum sobrevive desde hace muchos años paradójicamente, a pesar de sus metaleros compatriotas.

 Nacidos en la Medellín del 90, su violinista (intérprete también de otros instrumentos, inclusive la voz) David Rivera, llevaba desde antes un camino consagrado a la música, inmerso en la diversidad de sus matices bien fuesen eruditos o populares. Su incursión en la estridencia de hecho no fue con su banda:  El primer registro profesional del género hecho en el país, autoría de sus paisanos Reencarnación cuenta con su aporte en las cuerdas agudas, particularidad algo profética a la postre en su proyecto venidero. Por consiguiente, su llamado del metal medallo comenzaba a optar por otras inquietudes lentamente.

La primera fase del conjunto sería comparable a la de la mayoría de agrupaciones nacidas en su ciudad natal: música extrema desde lo primitivo, líricas oscuras, contestatarias frente a una camandulería estéril. Caos social que instalaba al hombre común bajo una lluvia de balas en una alerta constante, línea fina entre el hecho de estar vivo o dejar de estarlo en minutos.

Este ciclo experimental ocuparía la mitad de los años noventa y en respuesta a los cambios efectuados por su miembro fundador, la determinación por conquistar otros niveles del espacio sonoro se hizo más visible después de Blood And Tears, pieza de 1995 que superaba notablemente todo lo anterior ejecutado por la agrupación hasta esa fecha pero también un reflejo de mutación entera, una guerra divina librada entre su zona confort, obligándolos continuar por una senda típica de lo subterráneo (gozando de buena reputación) versus el intentar algo realmente diferente.

 «No hubo concierto. La escultura del torero Pepe Cáceres terminó en el fondo del río Medellín. Como 200 arrestados y daños en las afueras de la plaza de toros. En la mitad de ese mierdero yo, con un morral lleno de CDs vendiendo a dos manos. Fue el día que Napalm Death iba a tocar en la plaza de toros de Medellín, que terminó en disturbios y arrestos». Así recuerda David la época en la cual publicaban Divine War, álbum que revelaría la dirección de Tenebrarum para el momento, valga decirlo, cuestionada por sus seguidores más ortodoxos.

Letras con fuerte carga poética fueron acompañamiento de composiciones pluridimensionales, distinguidas por las influencias de melodías y voces limpias (barítono y soprano de paso) alternadas a la sazón con guturales pusieron de manifiesto en su estética una tendencia claramente viva en el continente europeo, situación contraria en Sudamérica, no obstante. 

En este punto de la historia, el violín tomaría un lugar protagónico en su música, sello que progresivamente abriría la perspectiva para otra clase de oyentes. Las canciones se jactaban de poseer un amplio nivel compositivo, pero algo lamentablemente no cuadraba: El producto final de los ocho tracks no fue el mejor en cuanto producción. Valga la pena mencionar en todo caso, el compacto tenía ciertas pretensiones sobre cómo acercarse a los fans incorporando material interactivo, novedad de esos días antes que la internet fuese exageradamente común en nuestra cotidianidad. Satisfechos con la experiencia adquirida aunque bastante inconformes con este trabajo, la agrupación que alguna vez tomó su nombre utilizando un clásico de los italianos Necrodeath se alistaba para avanzar de milenio, con todas sus bondades y desventuras juntas.

Su reconocimiento iba creciendo, pisando tarimas de impacto dentro y fuera de su ciudad de orígen, motivo de expectativa en pro a su nueva aparición en formato larga duración. Voices consolidó desde su génesis un equipo artístico que llevó por lo alto aquellos caprichos inspiracionales que no pudieron ser plasmados anteriormente. La mano de George Marino (QEPD) fue clave a la hora de masterizarlo, complemento además de una antología responsable por reunir audazmente el talento de su alineación siglo XXI (Julián y David Rivera junto a Juan Carlos Henao).

El CD además acogía una línea narrativa concreta, alusión a la música de cámara, guiños electrónicos y rock moderno; en síntesis, lo tenía todo para ser ganador. Como un acto de infortunio, el panorama estuvo en contraposición a sus ventajas de nuevo: Quienes tienen a plenitud su memoria sobre esta línea de tiempo no les será difícil recordar el paisaje enredado de la industria musical vivido en dichos años, ávidos de piratería digital y un radicalismo criollo con brazos cruzados, negándose a aceptar un álbum acorde por donde se percibiera, en sintonía con una aldea global emergente.

Tenebrarum dedicó gran parte de la década pasada a fortalecer su esencia visual, catalogada en el universo de lo gótico y contra la propia opinión de sus integrantes, reacios a etiquetas limitantes de lo creativo, sobre todo si su destino está más orientado a las estrategias de mercadeo por encima de la libre circulación del arte. Aséptico, personalmente indescriptible, la cruda frialdad de Winter (2007) trajo a un grupo introspectivo, menos agresivo, pero con una identidad desarrollada como pocos, evidente en contados rincones del planeta donde el metal ha fijado una bandera.

 ¿Era hora de repetir la fórmula? Para su más reciente placa las especulaciones rondaban por el aire: Juan Carlos «Chengo» Henao había dejado de tocar con la banda y su puesto como guitarrista/vocalista no fue sustituido. Tras unas revisiones sofisticadas de sus clásicos, paulatinamente se fueron revelando pormenores de Las 11 Formas del Horror su cancionero actual, disponible a unos meses de cumplir su aniversario treinta desde sus primeros ensayos.

No es raro que un conjunto musical con tanta carretera bajo sus pies quiera explorar un episodio ya vivido. ¿Tenebrarum se repitió? David Rivera en algunas entrevistas asegura que rememoran los álbumes de sus inicios. Con seguridad, aquellos que extrañaban a una agrupación densa, líneas color ébano, bañadas con atmósfera desoladora y provocadora, la encontrarán de nuevo.

Instrumentalmente puede que contenga todo este imaginario, aunque desde su promoción en redes sociales la cosa como tal tiene otro tinte: el álbum ocho de Tenebrarum es diametralmente opuesto a todas sus grabaciones desde su antecesora, hasta llegar si así lo quieren, a su demo 1992 Visiones del Horror, tan solo coincidiendo con un fragmento de su título. Mezcla y masterización en este caso tienen una textura mixta (dos productores influyeron en la tarea).

El violín toma ahora un rol fuera de serie (deben oírlo) y la voz es mayormente temperamental. Agreguen la ausencia de guitarras para incrementar lo insólito. Si llegaron a este punto del artículo con disposición, no hallarán una capa siniestra reciclada porque sí: El horror es tan amorfo que sus lenguajes está incubados lejos de lo corriente. La distancia hacia a ellos es mínima y ahora a ustedes les resta dar el paso final.

Todos los videos tomados del canal YouTube de la agrupación

Tenebrarum en Facebook

 Tenebrarum en Spotify