NIGHTWISH: Cuando los fans también lo dejan todo en escena

Chapinero, nueve de la noche pasadas: El contraste del vallenato estilo bus destartalado suena interesante si se piensa en el interior del Royal Center a unas cuadras de distancia. Nightwish, finlandeses portadores de las riendas en el power metal sinfónico reviven la cita añorada por su fanaticada en el epicentro de las horas sin luz natural. Afuera del teatro, una somnolencia de jornada comercial se nota desgastada, incluso por quienes todavía andan “camellando” de cualquier manera: Hay que sobrevivir.

Adentro sucede de todo mientras vaga en el ambiente esplendor musical, de la mano con quienes no deseaban perderse la visita de los europeos. Miradas ancladas al toque, euforias en símbolos del estereotipo rockero; cruzarse de brazos y permaneceer inexpresivo a veces dice más que un cabeceo sin razón. El jueves termina y mañana temprano todo se reanudará apenas el horario nos arroje al embotellamiento rutinario, pero ahora las canciones son un mundo indomable poblado por los más entusiastas. Comunión en crescendo.

“El sábado me emborracharé” o “después nos veremos”: Tomar a dos manos la inmortalidad y comprarla un rato es el efecto provocado por una voz, un teclado o un estruendo que libera instantes de omnipotencia. El libro de la vida se ve tan interminable, páginas en abundancia por llenar. Alguien está de pie frente a la agrupación con la cabeza concentrada en la comida que le espera en casa. Otro, por exótico que parezca, vive el primer y gran último acontecimiento de su destino; ojalá estuviera hablando de más.

El brío de la vida ilumina a quienes atesoran la marcha de sus pasos sabiendo de su desenlace. Maicol, un joven en condición de discapacidad pudo apartarse de ella en la amargura de su cama, pero en lugar de eso se armó con un tanque de oxígeno para cumplirle a Nightwish como último respiro antes de ceder ante un paro respiratorio. Se necesitan más agallas para luchar por lo que nos apasiona, de eso no quepa duda. Desde los rostros “ponchados” por las cámaras que alargarán anécdotas en el DVD prometido con  gritos, bailes, experiencias novatas o adolescentes ante una muchedumbre, hasta las vivencias de los que han acumulado más barro en sus botas por el inhóspito callejón del metal (de cualquier estilo), la bitácora de las tonadas nunca faltarán en sus espíritus si su empeño de atesorarla en fragmentos del destino, es sincero.

Fotos por Sergio Garzón (aquí la galería completa)

Joel Cruz

Hummingbird Press